Cuando el presidente Maduro habla de los "parásitos" en
relación a la oligarquía económica venezolana no lo hace con algún
interés burlesco o literario. Esa palabra, más bien, define con
exactitud las características genéticas e históricas de una clase
descompuesta que vive (y dirige la guerra económica) a partir del saqueo
"legal" de aquello que no produce (ni producirá): dólares.
Precisiones iniciales: ¿qué es un empresario?
Un empresario en términos ideales y abstractos cumple con un conjunto
de características resumidas de la siguiente forma: capacidad de
producir bienes y servicios con infraestructura propia, aumento
sostenido de las inversiones, pago de impuestos, aceptación de las
reglas de juego que impone el Estado y, sobre todo, generación de
riqueza (monetaria y financiera) para el país de origen.
Los empresarios, en términos reales, evaden impuestos cuando tienen la oportunidad, quiebran empresas más pequeñas y especulan (desbocadamente)
en el sector financiero. Pero existe un elemento reconocible que
constituye el factor más importante en el abismal distanciamiento que
hay entre un parásito y un empresario, y ese factor es precisamente la
capacidad de generar dividendos para la nación a través de la inversión,
la innovación tecnológica y la generación de infraestructura para la
producción (y exportación) de bienes y servicios.
De acuerdo al modelo político, la riqueza generada se concentra o se reparte.
La condición de mina
La aceleración de este proceso histórico ya entrado el siglo XX, no supuso una encrucijada
(ni ética ni política) para la oligarquía venezolana que veía en el
petróleo la consumación de la inagotable apetencia de extender su poder
económico y político a costa del menor esfuerzo posible.
Como diría el Comandante Chávez: "El petróleo. No ves que nos
acostumbramos los venezolanos a obtener dinero fácil, meter un tubo, el
chorro de petróleo y venderlo. Y casi todos los ingresos del país han
venido por esa vía, los dólares pues, los petrodólares, que no son
producto del esfuerzo colectivo, no son producto. ¡Qué cuesta fabricar
petróleo! ¿Quién fabrica petróleo? La misma madre tierra lo fue
fabricando, lo fue produciendo". (Aló Presidene, Nº 347.)
Antidesarrollo: una decisión política
Diseñar el aparato económico
de Venezuela para la importación y el encadenamiento productivo
trasnacional en vez de promover un sistema económico independiente, fue,
sin lugar a dudas, una decisión política bien pensada a partir de los
privilegios que recibirían luego de la estafa. Corresponde a una imagen y
a un proyecto de país (parasitario).
Mientras Europa y Estados Unidos formaban una clase empresarial
desarrollada en el sentido estricto del término, en Venezuela se iban
perfilando mafiosos, traficantes de influencias, aduladores, amantes de
los privilegios petroleros y de la especulación desbordada. Parásitos de
alta peligrosidad.
Banda "Los Parásitos"
Las principales empresas gringas y angloholandesas (Standard Oil y
Royal Dutch-Shell) que iniciaron actividades de perforación y extracción
petrolera en el país durante la dictadura gomecista, fueron poco a poco
ampliando sus actividades.
Los responsables de llevarles el maletín al oligarca gringo (los famosos "abogados petroleros")
aprovecharon esa cercanía y con una buena dosis de adulación y tráfico
de influencias dentro del Estado obtuvieron el privilegio de trasladar
(con todas las tuercas) la industria gringa y sus procesos tecnológicos.
También la licencia para comercializar productos terminados vía
importación desde ese mismo país (y uno que otro europeo).
Por la vía de este mecanismo los petrodólares serían entregados hacia
Estados Unidos mediante la importación de insumos, bienes de capital,
repuestos y renovación de maquinarias para que la "producción nacional"
siguiera su (anti)desarrollo.
De esta forma la mafia "Los Parásitos" concretarían un jugoso ciclo de especulación desbordada en moneda nacional.
Saquear dólares, entregárselos enteritos a Gringolandia, evadir
impuestos de importación y ponerles al producto importado el precio
final que le diera la gana. Así actúa el parásito (anti)venezolano.
Génesis del parasitismo (anti)venezolano
Carlos Delfino, responsable de llevar los negocios a la Creole
Corporation, consiguió importar la maquinaria para realizar la primera
empresa cementera del país con una fuerte inversión de capital
norteamericano.
Gracias al tráfico de influencias que le otorgaba su relacionamiento
con la oligarquía petrolera norteamericana, consiguió la concesión para
que su empresa, "Cementos La Vega", construyera Parque Central, el
Teatro Teresa Carreño y el Nuevo Circo. El primer gran parásito de la
construcción.
Diego Cisneros, abogado del Royal Bank of Canada, consiguió la concesión
para producir Pepsicola en el año 1939 gracias a las relaciones tejidas
desde la institución bancaria en cuestión. Consiguió los permisos
gubernamentales para que la Liquid Carbonic (empresa gringa que produce
insumos para bebidas carbonatadas) se asentara en el país completando el
venenoso encadenamiento productivo (importador) mediante el grifo
abierto de los petrodólares.
Óscar Zuloaga (otro familiar de MariCori) funda el Banco Provincial
gracias al relacionamiento que había tenido con los banqueros franceses
del Credit Lyonnais mientras le llevaba los negocios a la Iron Mines y
la Orinico Minning: empresas gringas que saquearon hierro y bauxita en
el estado Bolívar por más de 30 años.
Gracias a Pedro Tinoco,
encargado de negocios de Nelson Rockefeller, el Banco Mercantil pasó a
manos de la poderosa familia Vollmer. Los mismos que producen el Ron
Santa Teresa.
La familia Mendoza, gracias a la familia Cisneros, consiguió
articularse con la oligarquía gringa de los Mills (creadores de la
empresa de molinos más grande del mundo: Pillsbury Mills). Gracias a ese
contacto consiguieron importar los molinos que hoy trituran trigo y
maíz para la fabricación de arepas y pasapalos (Doritos, Ruffles, etc).
La familia Capriles se hizo con los derechos exclusivos de
importación (y parcial fabricación) de Alimentos Kraft mediante las
relaciones que tejieron sus ancestros del siglo XX con los Phelps,
Rockefeller y compañía mientras jugaban golf en el recién inaugurado
Country Club.
Conclusiones
Aunque se nos quedan algunos parásitos por fuera de esta breve
genealogía económica (los Pérez-Dupuy, los Velutini, los Phelps, los
Stelling, los Domínguez, etc), la oligarquía descrita en los párrafos
anteriores tuvo un papel protagónico en las rápidas gestiones que
permitieron el acceso de las trasnacionales gringo-europeas (Pfizer,
Bayer, Procter & Gamble, Fritz, Heinz, Colgate-Palmolive, Nestlé,
General Mills, Cargill, etc) en el territorio venezolano, constituyendo
un mecanismo violento de fuga de capitales (la mal llamada "repatriación
de ganancias") acompañado por el subsidio estatal para importar materia
prima y maquinarias.
Desde los años de 1950 en adelante la migración del parasitismo hacia
el sector financiero se hacía notar, proyectando nuevos modelos de
acumulación a partir de la expoliación especulativa de la renta
petrolera que se reforzarían en la década de 1980.
En este sentido vale la pena preguntarnos, ¿cuál es el modelo económico que tanto pregonan?
Aquel que continúa planteando como principio fundamental la extendida
(y absoluta) transferencia de la riqueza petrolera hacia los países del
capitalismo desarrollado a cambio de privilegios, largos procesos de
especulación comercial y corretajes malsanos en el sector financiero
como modelo de acumulación rentista.
No producen ingresos para el país porque su papel ante la historia
(decidido por ellos) los dotó de reforzadas incapacidades hacia la
generación de procesos tecnológicos, productivos y económicos alejados
del capital norteamericano y europeo.
Era (y sigue siendo más cómodo) constituir una empresa, rellenar la
planilla, cumplir con los pasos legales y con los dólares (subsidiados)
que produce el Estado para importar la "tecnología de punta" que hincha
las ganancias de las empresas estadounidenses.
Y el saqueo no se detiene allí, pues las máquinas se dañan o se
deprecian y la materia prima es finita. Necesitan volver a hacer la
planillita y exigir los dólares que creen merecer para seguir con el
mismo círculo vicioso.
Piden dólares porque sus intenciones de ampliar la "producción" (y
las ganancias) requieren de eso que no producen y que jamás producirán,
pues son parásitos intermediarios entre la Faja Petrolífera del Orinoco y
la oficina de algún oligarca económico gringo-europeo.
Y cuando este último alza el teléfono para quejarse fúricamente sobre
el control cambiario, la oligarquía responde fielmente con
acaparamiento masivo y contrabando de extracción. La fidelidad en este
sentido es un compromiso a futuro que el hijo mantenido y caprichoso
sostiene con su progenitor prometiéndole nuevamente las mieles del
saqueo. Pero de estas preocupaciones y estrategias para intenar
conseguirlo será tema de la próxima entrega
Fuente: Misión Verdad
No hay comentarios:
Publicar un comentario